miércoles, 23 de septiembre de 2015

Crónica de una tormenta

Te conocí un sábado mientras llovía y tú ponías caras raras para hacer reir a una niña.
El martes eran mis manos las que te hacían cosquillas.
El miércoles supe por tu sonrisa que te quería.
El viernes tuve miedo, hubo llanto y fue el fin de tus caricias.
El domingo llego la inevitable despedida.
Y ésta es la crónica de una tormenta que nació cuando tus labios tocaron mi herida.

Temores y otras formas de amor.

Eres risa y eres llanto.
Tantas cosas escondidas. 

Un rostro serio, esconde las marcas que dejan el tiempo y la risa.

¿Porque? ¿Porque tu rostro serio? ¿Porque tus ojos distantes?
Cuando ríes el mundo entero se ilumina. Podría pasar el día entero haciéndote cosquillas.

Pero huyes de mis dedos y le temes a la risa.

Tu serenidad esconde fuego, tus ojos me hablan de melancolía. 

Quisiera curar tú tristeza a base de cosquillas.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Tú para mi no tienes manos, no tienes cara, no tienes forma. 

Desconozco el tacto de tu piel, jamás he visto tu rostro iluminarse por una sonrisa.

Eres solo un millón de palabras desordenadas,  y sin embargo eres orden en mi desconcierto, eres compañía en mi soledad.

Pero también eres incertidumbre, eres dolor, eres el miedo mismo.

Me hablas de mordiscos e imagino todo un mundo entre tu boca y la mia.

Te imagino sentado a mi lado y a la vez te siento mil kilómetros. 

Quisiera sentir tu mano. 

Quisiera ser capaz capaz de borrar todos tus miedos. 

Quisiera ser esa mano que encaje entre tus dedos.