jueves, 22 de enero de 2009

El café


Era una mañana fría, fría como la taza de café que espera sobre la mesa. Ella observaba por la ventana a unos niños que corrían sobre el asfalto mojado con sus alegres mochilas de colores sobre los hombros.
Se giro y sus ojos tristes se posaron sobre la taza de café, camino hacia la mesa con paso atragantado, agarro el café y se encamino a la cocina. Tras haber derramado el café por el fregadero se sintió estúpida.
Se sentó en el escritorio y tras apretar el botón de encendido sintió que sus sentimientos se volvían incontrolables, las lágrimas rodaron por su cara hasta llegar al teclado, se levanto y cerro de un golpe seco la tapa del ordenador, no podía trabajar.
¿Como seria capaz de continuar con la rutina, de seguir con su vida, cuando hacia solo unas horas su vida entera había salido por la puerta?
Era el final y que podía hacer ella más que resignarse, él se había marchado y por su tono no parecía que fuera a volver. Pero en su cabeza no parecía posible que fuera final, se sentó en el sofá como para esperar que el entrará otra vez por la puerta, pero el no iba a regresar.
Por fin se decidió a levantarse del sofá, tras una larga ducha se sintió mejor y con fuerzas para salir a la calle. Al abrir la puerta del portal se dio cuenta de que el sol comenzaba a brillar con fuerza y sus rayos ya calentaban las aceras, una mueca de alegría recorrió su rostro durante un segundo, segundo que fue mas que suficiente para darse cuenta de que aquello no era el final sino el principio. Caminó hacia la panadería

1 comentario:

  1. Espero que non sexa autobiográfico!!!!!
    As veces unha taza de café, resulta unha moi boa compañía.

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